Relación entre afecto y cognición

No te has fijado que cuando estamos de buen humor o tenemos un estado de ánimo positivo ¿Percibimos a las personas de manera más favorable e interpretamos los eventos de manera más positiva? o por el contrario, si salimos enfadados de una situación ¿Vemos nuestro entorno social de manera menos favorable? Pues la manera en que sentimos moldea y contribuye a conformar cómo pensamos. 

Así que vamos a ver la interacción entre el afecto (estado de ánimo actual) y la cognición (la forma en que procesamos la información social). La investigación refleja que esta interrelación es de doble sentido, es decir, los sentimientos influyen en diversos aspectos de la cognición y, a su vez, la cognición ejerce un fuerte efecto en nuestro estado de ánimo.

La influencia del afecto sobre la cognición

El afecto puede influir de diferentes maneras en la forma en la que procesamos la información. Por ejemplo, imagínate en el primer día que acudes a ese puesto de trabajo que tanto querías conseguir, tu estado de ánimo seguramente sería positivo, por lo que te formarías una grata impresión de los compañeros de trabajo. Pues esa impresión positiva está determinada porque te sentías realmente bien, por lo que, el estado de ánimo influye en los juicios sociales que hacemos sobre nosotros mismos y sobre los demás. Si hubieses tenido un estado de ánimo negativo posiblemente en lugar de tener una grata impresión de tus compañeros, hubieses tenido juicios negativos. De forma que se van a elaborar juicios más positivos cuando se tiene un estado de ánimo positivo y juicios negativos cuando ese estado de ánimo es negativo. Pero ¿Por qué ocurre esto? Porque nuestro estado de ánimo actual es capaz de influir tanto en la forma en que respondemos a distintos estímulos (en este ejemplo a nuestros compañeros) como en la forma en que recordamos hechos pasados.

Cuando hablamos de la influencia del estado emocional en la información que se recuerda, esta influencia puede producirse a través de dos tipos mecanismos:

  • El efecto de la memoria dependiente del estado de ánimo: que se refiere a la información que recordamos cuando estamos con un determinado estado emocional, el cual puede estar influida por el estado de ánimo que se tenía cuando se almacenó. Es decir, si se almacenó información estando de buen humor, se recordará más esa información cuando nos encontremos en el mismo estado de ánimo. Por ejemplo, si durante navidades generamos una serie de experiencias positivas o negativas; en las próximas navidades, lo más probable es que recordemos las anécdotas que ocurrieron el año anterior, porque nos sentimos de manera similar. En este caso solo afecta al recuerdo.
  • Efecto de congruencia con el estado de ánimo: se refiere a la tendencia de almacenar o recordar información positiva cuando tenemos un estado de ánimo positivo y almacenar información negativa cuando nos hallamos en un estado de ánimo negativo. Por lo que, se percibe y recuerda la información que es congruente con la forma en que nos sentimos, la naturaleza afectiva de la información, que sea positiva o negativa es relevante.

A nivel experimental el efecto de congruencia con el estado de ánimo ha recibido mayor apoyo, sin embargo, ambos mecanismos influyen de manera significativa en la información que almacenamos, por lo que el impacto del afecto en la memoria puede tener importantes implicaciones en nuestro pensamiento y en nuestra conducta.

Por otro lado, el estado emocional también puede influir en la creatividad, si el ánimo es positivo se puede incrementar la creatividad, ya que se genera una mayor activación de ideas que cuando tenemos un estado de ánimo negativo. También es importante mencionar, que el uso de heurísticos puede estar determinado por el estado de ánimo; los utilizamos en mayor medida cuando nuestro estado emocional es positivo que cuando es negativo. Asimismo, el afecto también influye en las atribuciones que realizamos sobre la conducta de otras personas y sobre nosotros mismos. Por ejemplo, Las personas que se sienten deprimidas explican lo que les sucede atribuyendo los eventos negativos a su infelicidad “todo lo malo me sucede a mí”

Hay que tener en cuenta que la información se puede convertir en una fuente importante de contaminación mental, la cual es definida como el proceso por el que nuestros juicios, emociones o comportamientos están influidos por un comportamiento mental que es inconsciente e incontrolable. Veamos esta investigación de Edwards y Bryan (2005):

Los participantes debían hacer el papel de jurado en un caso de intento de asesinato. Uno de los grupos leyó la información que detallaba lo sucedido, pero éste, se presentaba de manera que generara fuertes emociones. En el otro grupo la información aparecía de manera más neutra. Adicionalmente, a la mitad de los participantes se les indicó que no tomaran en cuenta la información presentada en el veredicto, y a la otra mitad se le indicaba que debía ser admitida y considerada. Luego, debían valorar la culpabilidad del acusado y recomendar una sentencia. Los resultados confirmaron las hipótesis de los autores: los participantes no fueron capaces de ignorar la información generadora de emoción; incluso, cuando se les pidió que lo hicieran. Asimismo, la sentencia fue más severa en el grupo que recibía la información más emocional y que además se les pidió que la ignoraran.

La información que despierta reacciones afectivas se puede procesar de forma diferente y, por lo tanto, es más difícil de ignorar.

La influencia de la cognición sobre el afecto

En este caso sería lo contrario, es decir, al impacto de la cognición sobre el afecto; se han señalado algunos mecanismos por los que las cogniciones influyen en el estado de ánimo:

  • En 1964, Schachter proponía la teoría de los dos factores de la emoción: en ocasiones resulta difícil identificar la forma en que nos sentimos, por lo que vamos a inferir su naturaleza a partir de las situaciones en las que experimentamos las reacciones. Por ejemplo, si sentimos cierta activación antes del examen de conducir inferimos que es ansiedad, y no miedo.
  • A través de la activación de esquemas que tienen un fuerte componente afectivo. Por ejemplo, la activación del estereotipo sobre una determinada persona puede influir en los sentimientos hacia esa persona; ya que hay personas que nos pueden hacer sentir miedo, porque su estereotipo está ligado a la delincuencia.
  • Los pensamientos, a través de los esfuerzos por regular nuestras emociones y sentimientos. Hay varios mecanismos cognitivos que sirven para regular los sentimientos, entre estos encontramos los típicos: nunca tuve la oportunidad, caer en la tentación y hacer pronósticos afectivos. Por ejemplo, creer sólidamente que nunca se ha tenido la oportunidad ayuda a que los resultados negativos parezcan menos estresantes; o caer en la tentación e implicarse en actividades que pueden ser negativas es una de las conductas que empleamos para reducir los sentimientos negativos de angustia. Esta selección no es una elección automática, sino más bien estratégica.

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