Tipos de errores y sesgos cognitivos más comunes
Pensamiento mágico
Hace referencia
a las atribuciones de causa carentes de lógica, aquellas que no tienen ningún
tipo de respaldo empírico y que en ocasiones lo usamos sin darnos cuenta. Este
error se produce, por ejemplo, cuando creemos que nuestros pensamientos
pueden tener consecuencias en el mundo, ya sea por nuestra propia acción o por
la intermediación de fuerzas paranormales.
Para que lo
entiendas mejor te contare sobre un experimento llevado a cabo por Pronin et
al., (2006) el cual consistía en “hacer vudú”. El objetivo era observar si los
participantes percibían que ejercían algún tipo de control sobre el dolor que
había experimentado el participante cómplice (El participante complace debía
actuar como si sintiera realmente el dolor). El participante real tenía que
clavar una serie agujas en diferentes partes de un muñeco como si estuviera
practicando vudú; la manipulación experimental consistió en el tipo de
comportamiento que mostraba el participante cómplice de la investigación (el
cual actuaba de una manera desagradable para fastidiar al participante real) y
en otro grupo, el cómplice se comportaba de forma agradable y simpática. Cuando
el participante real comenzaba a clavar las agujas en el muñeco que
representaba al cómplice del investigador, este cómplice comenzaba a quejarse
de un dolor de cabeza, como si realmente el vudú estuviera teniendo algún tipo
de efecto.
Los
resultados mostraron que, en la condición en que la persona cómplice se
comportó de forma desagradable, los participantes reales percibían más
controlabilidad, en comparación con el grupo en el que el cómplice fue amable. En
conclusión, los participantes llegaban a creer que el haber pensado mal de la
otra persona por su comportamiento inapropiado estaba relacionado con que
posteriormente hubieran sentido dolor de cabeza.
Falacia del jugador y de la mano caliente
La falacia del jugador hace referencia a creer erróneamente que los sucesos pasados afectan a los futuros en lo relativo a actividades aleatorias, como por ejemplo en juegos de azar. Tversky y Kahneman (1971) creen que la falacia del jugador se traduce en creer que la equiprobabilidad se manifestará en un número reducido de observaciones.
Por lo que, cuando hay pocas observaciones no es descabellado pensar que los resultados se puedan alejar de esa distribución homogénea “ideal”. Esto lo explican mejor Tversky y Kahneman los cuales denominan la creencia en la “ley de los pequeños números” y la “ley de los grandes números”. Estos investigadores explican que las personas creemos firmemente en la “justicia” de las leyes del azar, es decir, pensamos que cualquier desviación de la norma se autocorregirá para que el resultado final acabe siendo lo más parecido a lo normal
La mano caliente hace referencia a la tendencia que tienen los jugadores que han anotado una serie de tiros en corto tiempo, a creer que están en mejor disposición para el acierto que el resto de compañeros. Sin embargo, estudios demostraron que tras tener éxito en el pasado no existe una mayor probabilidad en el futuro de que ese resultado positivo vuelva a suceder, a pesar de que tengamos la sensación de que esa “buena racha” va a seguir continuando en el tiempo.
Ilusión de control.
Es la expectativa de obtener un éxito personal en el futuro mucho mayor de lo que garantiza la probabilidad objetiva.
Este error fue demostrado con un experimento realizado por Langer (1975) que consistía en una porra en el que cada billete costaba un dólar, un grupo podía elegir el número del billete mientras que el otro no, dando luego la opción de vender su billete a otra persona. Como conclusión, la libre elección (elegir el número del billete) hacía creer a los empleados que su boleto tenía un precio más elevado. Es decir, las personas que habían elegido el número estimaban que el “producto” (billete) era más valioso.
Optimismo no realista
Es la tendencia a pensar que tenemos más probabilidad que otras personas de que nos sucedan cosas positivas y menos posibilidades de que nos pasen eventos negativos. Se le llama no realista porque se trata de una esperanza vana, es decir, no basada en las probabilidades reales.
Este error se comprobó con un experimento realizado por Weinstein, la tarea de los sujetos consistía simplemente en evaluar mediante un cuestionario un total de 42 eventos, de esos eventos, 18 tenían una naturaleza positiva y 24 eran negativos. Las instrucciones del cuestionario indicaban que los sujetos tenían que responder cuál creían ellos que sería la probabilidad de que esos acontecimientos les sucedieran en el futuro en comparación con otro alumno de la universidad de su mismo sexo. Los resultados fueron que los 18 eventos positivos tuvieron de media un porcentaje del 15,4%, mientras que los 24 negativos tenían una media de -20,4%. Es decir, los estudiantes al formular predicciones sobre su futuro creían que tenían menos posibilidades que los demás de que les ocurrieran acontecimientos negativos, y, al mismo tiempo, creían disponer de mayores probabilidades que los demás de que les sucedieran eventos positivos.
Pensamiento contra-factico
Es la habilidad que tenemos para deshacer escenas de nuestro pasado, es decir, es la capacidad para generar escenarios alternativos a los que realmente han sucedido, este tipo de pensamientos derivan del heurístico de simulación.
Un ejemplo de este error es la falacia del primer impulso, la cual consiste en la tendencia de mantener la primera respuesta elegida a pesar de considerar que una respuesta diferente también podría ser correcta. Sin embargo, hay estudios que muestran un mejor resultado cuando se cambia de opción. Este error se explica por el pensamiento contrafáctico, ya que, si al final resulta que la segunda opción elegida era incorrecta, recurriremos a pensamientos sobre lo que deberíamos haber hecho: podía haberla acertado si me hubiera quedado con la primera opción. Incluso el malestar sería menor si la primera opción era incorrecta, pero nos hubiéramos negado a cambiarla.
Sesgo de
impacto
Es la
tendencia a sobrestimar la intensidad y duración que tendrán futuros eventos en
nuestras emociones. Por lo que hace referencia a el pronóstico afectivo que son aquellas predicciones que hacemos sobre los sentimientos que tendremos en el
futuro. Este sesgo es un ejemplo de cómo nuestras creencias pueden influir en
el afecto.
Según Wilson
y Gilbert, (2003). Los
principales sesgos que cometemos tienen que ver con cuatro dimensiones:
1.
Cometemos errores de bulto sobre la valencia de nuestras futuras emociones.
2. No
tenemos claras las emociones específicas que sentiremos con el paso del tiempo.
Es decir, aunque a veces podamos acertar la valencia de nuestros sentimientos,
negativos o positivos, en algunas circunstancias no adivinaremos qué emociones
concretas vamos a experimentar.
3.
Cometemos errores a la hora de predecir la intensidad de las emociones que
sentiremos en el futuro.
4. Nos
equivocamos a la hora de estimar la duración de nuestros futuros estados
emocionales.
Son interpretaciones
de situaciones negativas o positivas del futuro que creemos serán mucho peor (o
mejor) de lo que en realidad son.
Sesgo de
proyección
En muchas
ocasiones, tendemos a usar nuestras vivencias del presente para predecir cómo
creemos que será el futuro. A esta tendencia se le llama sesgo de proyección y
consiste en que nos basamos en nuestras experiencias actuales para imaginarnos
como será lo que nos deparará el futuro. Es un error de pronostico que provoca
la falsa creencia de que nuestras ideas, comportamiento o estados serán iguales
o similares a los que nos encontramos actualmente.
Por ejemplo (aunque no les pasa a todos), cuando nos inscribimos en el gimnasio y estamos emocionados, creemos equivocadamente que las motivaciones que nos están empujando a que nos inscribamos van a continuar ahí durante todo el tiempo. Sin embargo, nos encontramos con personas que pagan cuotas anuales del gimnasio que después no llegan a utilizar.
Sesgo de
confirmación
Es la tendencia
que tenemos a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que
confirma nuestras creencias y a rechazar posibles explicaciones alternativas
que no concuerden con nuestro punto de vista.
Por ejemplo, en la época actual, los algoritmos de ciertas aplicaciones propician este tipo de sesgo, sugiriéndonos contenidos que el programa cree que nos gustan. Es por ello, que terminamos informándonos con noticias afines a nuestras actitudes previas, evitando exponernos a otras creencias que podrían poner en duda las ideas que tenemos. Esto puede afectar nuestro crítico.
Sesgo
retrospectivo
Es la tendencia
que tenemos a creer que sabíamos algo desde el principio, antes incluso de que
el evento se produjese. Tiene que ver con la creencia de que algo resultaba muy
evidente o fácil de prevenir una vez que el hecho ya ha pasado.
Este sesgo
lo usamos cuando por ejemplo decimos: Yo sabia que eso iba a pasar, Yo sabía
que pasaría, Esto se veía venir. Pero en verdad, son pensamientos que no
teníamos antes de que el evento pasara.
Falacia
de la planificación
Es la tendencia
a infraestimar el tiempo que nos va a llevar la realización de una determinada
tarea, se cree que este error se debía principalmente a que solemos adoptar una
perspectiva interna. Es decir, que estamos centrados en cómo vamos a llevar a
término nuestra idea original y en los pasos a seguir para completar el
objetivo previsto, que dejamos de tener en cuenta otras variables externas que
pueden alterar el desarrollo final del plan.
Una posible solución a la falacia de la planificación es la adopción de una perspectiva externa. Por ejemplo, en vez de centrarnos en lo que deberíamos hacer, debemos fijarnos en el tiempo que han tardado otros proyectos similares al nuestro en ser finalmente completados.
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