Disonancia Cognitiva
¿Alguna vez te has preguntado por qué nos sentimos mal, cuando a veces nos damos cuenta que nuestros comportamientos no coinciden con aquello que decimos?
Las personas tendemos a sentir la necesidad de que exista coherencia entre nuestras actitudes y comportamiento. Pero… ¿Qué pasa cuando esto no ocurre? Pues sentimos malestar el cual nos lleva a resolverlo o reducirlo.
Festinger
la define como el estado psicológico desagradable que se produce cuando las
personas se dan cuenta de que sus actitudes y conducta no coinciden. Esta
disonancia cognitiva se produce cuando, por ejemplo, estamos haciendo dieta y
nos provoca algo que nos hace caer en tentación, por lo cual pedimos aquella
comida que sabemos que no deberíamos tomar. Estas situaciones hacen que nos
sintamos incomodos e induce un estado negativo de tensión, similar a lo que
sentimos cuando tenemos hambre o sed. De hecho, las investigaciones han
revelado que el malestar emocional asociado a la disonancia se refleja en una
elevada activación cortical frontal izquierda en nuestro cerebro (Harmon-Jones
et al., 2008).
La cantidad
de malestar psicológico que las personas experimentamos depende de la
importancia de las cogniciones. Si las cogniciones son importantes, la
disonancia cognitiva será mucho mayor que cuando las cogniciones no son importantes.
Sin embargo, esto no es del todo malo; ya que nos motivan a reducir el malestar
que, en el caso de la disonancia cognitiva, nos motivan a restaurar la
consistencia psicológica.
Pero, ¿Cómo
lo reducimos?
Festinger sugirió
que existen varias alternativas. La primera forma de reducir el malestar es cambiar
la conducta problemática, por ejemplo, Si la persona que esta haciendo
dieta decide no comer aquello que no debería, entonces resolverá la
incoherencia entre la conducta y el conocimiento del riesgo de comer comida
chatarra.
Ahora bien,
cambiar la conducta no siempre es una estrategia viable para restablecer la
coherencia; así que cuando no somos capaces de deshacer un comportamiento
discrepante, o enmendarlo, para recuperar la coherencia puede intentemos cambiar
las actitudes y creencias sobre aquello que nos hace mal (alterar el
ambiente, pensamientos o modificar creencias), autoconvenciéndonos del por
qué está bien, por ejemplo: comer esto “una vez al año no hace daño”
Otra
estrategia es reformular los argumentos o ideas previas para que
creencias y actos puedan encajar mejor con las conductas, sin embargo, a menudo
esta estrategia para reducir el malestar asociado a la disonancia puede
conducir a algunas distorsiones de la realidad. Por ejemplo, puede que tenga
una vida más corta, pero será más agradable.
Aumentar la importancia de los elementos consonantes y restar la importancia a los elementos disonantes.
Los procesos psicológicos por los que restablecemos la coherencia pueden conducir a cambios duraderos y significativos. Es por ello que el estudio de la disonancia cognitiva ha revelado uno de los mensajes más profundos y sorprendentes de la Psicología Social: aunque nuestras actitudes influyen en nuestra conducta, nuestra conducta también influye en nuestras actitudes (Sutton y Douglas, 2019).
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